El mundo está destrozado, ya lo dijo el nuevo asesor en Economía egresado de la facultad local. Los días son fríos, sin novedad, la gente se entrecruza miradas de recelo, miedo, desconfianza. Esto es una parte simple de la ciudad que habito en el 2010, año del bicentenario en mi país.
En un bar de hipermercado la moza atiende con malacara, sin simpatía, esa virtud ineludible de un negocio de ese rubro. El cliente tiene la razón rezan por ahí algunas personas, y en los bares tiene historias complejas, vidas sin sentido que desperdicia anclado en sillas que son sordas y frias, por eso lo importante de mozas que sepan escuchar aunque sea un Hola, como andas?, o comentarios del clima sin mayor sentido.
Nosotros como hombres podemos decir hipótesis sobre porque atienden con mala cara, pero ellas tienen su firmeza en las nalgas que nos destrozan el corazón, la racionalidad y la opción de ser feliz con poco.
...continúa...
José L. Glanzmann