lunes, julio 12, 2010

20 años no es nada?



Pasa cada cuatro años por lo cual genera procesos, miedos y lógicamente ansiedad. Una dosis inevitable de ansiedad por llegar a la cita máxima de los eventos deportivos, las dudas entre la gente que vive con pasión esa energía masiva de juntarse en comunidad para ver los partidos.

Es un mundial. Es la esperanza de entrar en la historia, de abrazarnos entre vecinos, hombres y mujeres que en los días restantes apenas nos miramos por sobre la bruma de la rutina que nos mantiene vivos. Sucede que un mundial de fútbol en Argentina parece más que estar conciente y en estado alerta, es alterarse, amigarse, fundirse en gritos, abrazos, penurias, sufrimiento o alegría por el triunfo.

Pasaron 24 años del último mundial que ganamos como país futbolero que somos. Son 20 años desde que la Selección nacional llegó a una final, en Italia 90. Hace 17 años que se obtuvo el último titulo internacional, la copa America de México 93. En los últimos 5 mundiales no pasamos de cuartos de final, con eliminación en primera ronda en Japón/Corea 2002.

Entonces tenemos que comenzar la oración de una reflexión básica: los argentinos no somos más potencia mundial en el futbol de selecciones en instancias de competencia oficial.

Más allá que tengamos grandes figuras y jugadores de altísimo nivel, en clubes de los más importantes de Europa, por diferentes razones no se puede gestar un seleccionado competitivo, luchador, inteligente.

Uno de las causas evidentes es la falta de organización en la esfera mayor de la AFA. Lasdecisiones apresuradas, incoherentes, la falta de respaldo a proyectos como los encarados por José Pekerman en los seleccionados juveniles. Asimismo, los cambios de DT sin coherencia entre sus miradas futbolísticas ni en las formas de trabajar; el éxodo masivo de jugadores jóvenes de nuestro país al exterior; los clubes argentinos que no pueden solventarse ni mantener su economía sana para crecer como instituciones en la sociedad civil.

"mamar el fútbol desde la cuna"

De todas formas, lo que me entristece al mirar los magros resultados futbolísticos mencionados, es que no podemos negar nuestra afinidad con la pelota. Si desde los primeros años de vida vemos a los niños jugar y patear pelotas de cuero, trapo, plástico en la calle, la escuela o en una canchita. Crecemos jugando al futbol, viendo partidos de River, Boca, Racing, Belgrano, Talleres, clubes de Córdoba, Buenos Aires, etcétera.

O sea, que no se entiende con facilidad porqué países como Holanda logran mejores resultados que el nuestro. Quizás sea simplemente por una cuestión de proyectos, de articulación de clubes, inferiores, entrenamiento físico, directores técnicos y economías sustentables de cada país por detrás.

También tenemos que reconocer que el efecto mediático sobre nuestra potencial supremacía futbolera es importante. Porque hace años que supuestamente tenemos los mejores delanteros del mundo según nuestros comunicadores deportivos. La excepción a estos mitos puede ser Messi, que es reconocido por la Fifa, por periodistas extranjeros y por sobre todo, por los propios compañeros de Lionel.

Pero en la línea general creo que no tenemos tantos jugadores extraordinarios, sino más bien algunos talentos desparramados por el mundo, con mucho marketing sobre sus casacas, que nos hacen pensar que de sus piernas se desprenden artilugios de magia, aptos para destronar a los reyes del fútbol, que hoy en día, tras el final de Sudáfrica 2010, son españoles.