lunes, abril 01, 2013

Esos momentos de capitalismo o barbarie villamariense I



 Paso afuera de un solárium que abre de 10.30 a 21, en horario corrido. Esa medida de tiempo ¿qué carajo significa en los términos de un/a villamariense corriente?
¿Qué en caso de querer broncearse un rato podía ir a la siesta o a media mañana mientras la muchedumbre trabaja o enseña o estudia?. O porqué no “darse” un bronceadito bien mañanero, tipo 8 de la matina?
Me parece que es un horario típico para un sujeto posmoderno moldeado por algún efectivo marketinero.


Un local de ropa masculina informal donde entro un lunes semiferiado, tiene los peores probadores que había pisado en los últimos años. Y eso que soy flaco, porque la dimensión era tan ajustada que un rugbier se quedaba abotonado. El piso tenia una alfombrita pero no había ni un banquito ni una especie de “Puf” para dejar la ropa que  te sacabas.  Eso sí, tuve algo de esperanza al ver que el empleado se subía a una escalera para alcanzarme los jeans que le pedí desde una altura aproximada de 5 metros.


Quizás la mejor opción había sido ir a descubrir el novedoso local que había abierto hace un par de semanas, una cadena de electrónica/electrodomésticos y música reconocida en todo el país. Y cómo no iba a estar en la encandilante Villa María…
Yo supuse que iba a encontrar, a partir de mi extraña ficción aventuresca en vías de psicoanalizar, mucha variedad de música, Cds nuevos y viejos, alguna rareza que me diera ganas de comprar impulsivamente.
Resulta que tenían menos música que el DJ de Quinoto, el boliche más concurrido de la vecina ciudad, que albergaba a los exiliados de Acá, con noche “adiestradamente reducida”.