lunes, octubre 13, 2008

Mate


A veces mi invitaron para satisfacer una curiosidad, qué hará la norteamericana aquí en Villa María, pensaban los dueños de kioscos, rumía el vendedor de la frutería, contemplaba un vecino del complejo? En otros casos, un chico me ofreció un mate con ganas menos inocentes, sugiriendo que lo tomemos en su departamento. Se entiende el motivo aquí. Pero por lo general, concluyo desde mis observadores ojos extranjeros, que un mate literalmente quiere decir, ¿querés ser mi amigo?” Es una traducción que no se lee en el diccionario oficial de castellano, pero para nosotros no nacidos aquí, conocer el mate y todas sus sutilezas resulta imperativo para la sobrevivencia.


Una vez que establecí la suma importancia del mate, sabía que yo mismo tendría que ofrecerlo a amigos potenciales. Yo recuerdo mi extrema ansiedad cuando aprendí a preparar un mate. Me parecía que la forma de preparar un mate refleja qué tipo de persona sos, influyendo las opiniones de ellos con que compartís el ritual. Las preguntas corrían por mi mente preocupada. Si echo demasiado azúcar, me ven débil y indulgente? Tomarlo sin azúcar me hace una persona más fuerte? Si no cambio la yerba en el momento justo, puede ser que no soy observadora, que no me importa la calidad, que no cuido a mis invitados? Si quemo la yerba, si lo enseño a hablar, si lo tomo muy rápidamente, si parece feo? Ni pensar en qué marca debo comprar!


Tampoco estaba segura cuándo podía ofrecerlo. Tomar mate con alguien requiere un cierto nivel de confianza. Sorber de la misma bombilla, poner la boca donde estaba la de tu compañero señala que ya te sentís bastante cómodo. Más allá de la posibilidad de transmitir gérmenes, cualquier situación en que se comparte saliva a mi me parece muy íntima. Cuando yo fui de visita a los EEUU y enseñé a mi familia a tomar mate, mi papá no me podía creer que se comparte la bombilla. Ni quería compartir conmigo y mucho menos con un amigo. De hecho, me sugirió que yo siempre ande con mi propia bombilla para evitar este acto impensable y sucio. Yo no creo que sea una trasgresión tan grave como opina mi papá, pero sí reconozco que con la invitación de tomar mate viene un paso importante hacia una amistad.


Otra característica del mate que mi familia no entendía: dónde se encuentra el tiempo para tomarlo? Generalmente, no se toma mate con prisa. Los argentinos pueden pasar horas charlando entre amigos, pasando un mate después de otro. Yo les expliqué que en el primer lugar, la vida no es tan corrida aquí en Villa María como donde vivimos en Atlanta, Georgia. Además, los listos argentinos han ideado containeres para yerba, termos excelentes, y bolsas que llevan todo para que puedan andar bien dotados para tomar un mate en cualquier lugar, en cualquier circunstancia. Más que nada, el valor que se pone en compartir unos minutos con un amigo siempre pesa más que terminar un trabajito. El concepto común de mi país de “no tener tiempo” no figura tanto en las relaciones entre amigos o familia. Así que el tiempo está, solo que las prioridades varían de un lugar a otro, y en Argentina, gana el mate y todo lo que representa.


Después de unos meses en Villa María, compré mi propio mate y bombilla. Luego vinieron los envases plásticos, un termo, y una bolsita. Ahora me encuentro tomándolo sola en mi departamento, el mate puesto donde antes estaba la tacita de café. Espero que el concepto del mate me siga influyendo, aún cuando regrese a mi país, que no solo continúo con el acto de tomarlo, sino también continuo recordando mis relaciones potenciales y hechas entre un horario concurrido. La vida es corta, y a veces tenemos que parar, relajar y añadir un poco de azúcar.


Adrienne Kay


1 comentario:

Anónimo dijo...

:) bella descripción de lo encierra este elemento esencial. Encuentro, compartir, compañía :) que te salgan ricos esos mates!!! éxitos